Los ácidos omega 3 ayudan a disminuir el deterioro cognitivo en pacientes con principio de Alzheimer

MADRID.- En los últimos años, muchos estudios se han centrado en la influencia de la dieta y los suplementos de distintos nutrientes sobre diversas enfermedades. Las investigaciones más recientes apuntan que los ácidos omega 3 tienen propiedades antiinflamatorias y benefician a pacientes con Alzheimer temprano.

Uno de los estudios más recientes lo ha realizado un equipo de científicos del Instituto Karolinska en Estocolmo (Suecia). Observaron los efectos de dos tipos de ácidos omega 3 (DHA y EPA, aliados de la salud cardiovascular), en un grupo de 174 pacientes de mal de Alzheimer. La revista ‘Archives of Neurology’ ha publicado el estudio.

Los ácidos omega 3 son grasas poliinsaturadas, es decir, aceites. Son abundantes en el pescado azul (caballa, salmón, sardina…) y en menor concentración en aceites vegetales y en frutos secos como las nueces. Este estudio, sin embargo, ha observado los efectos que produce su administración a enfermos de Alzheimer temprano, en forma de suplemento.

Durante seis meses, 89 pacientes tomaron 1,7 gramos de DHA (ácido docosahexanoico), el más abundante entre los fosfolípidos de la materia gris del cerebro, y 6 gramos de EPA (ácido eicosapentanoico) mientras que los otros 85 pacientes tomaron placebo. Durante otros seis meses todos tomaron omega 3.

Tras ello, los participantes se sometieron a exámenes médicos que incluían análisis de sangre, presión, así como test para evaluar las capacidades cognitivas al principio del experimento, a los seis meses y al final.

Después de los primeros seis meses, el declive cognitivo de los dos grupos era el mismo. Sin embargo, había un grupo especial, compuesto por 32 sujetos con un deterioro cognitivo muy leve, cuyo mal de Alzheimer tan solo había dado sus primeros síntomas clínicos. Entre los sujetos de este grupo, los que habían tomado suplemento de omega 3 sufrieron menos deterioro que los que no lo hicieron.

También deceleró el deterioro cognitivo durante la segunda mitad de año, entre los que no tomaban suplemento durante los seis primeros meses y en la segunda mitad de año sí lo hicieron. En general, los sujetos toleraron bien los suplementos, no sufrieron ningún cambio en la presión sanguínea y tan sólo aumentaron sus lípidos en sangre, como era de esperar.

“Los mecanismos a través de los cuales los ácidos omega 3 interfieren en características psicofisiológicas del mal de Alzheimer no están claras”, reconocen los investigadores. Pero apuntan que debe tener relación con sus propiedades antiinflamatorias. Otros estudios recientes han revelado que existe un periodo crítico en la enfermedad de Alzheimer, de dos o más años antes de que se desencadene la demencia, en el que se han observado evidencias de una elevada inflamación del cerebro, a través de marcadores moleculares en sangre.

Esto podría explicar por qué los efectos beneficiosos sólo se observan en los pacientes con la enfermedad en una etapa muy temprana. “Lo más probable es que cuando los signos de la enfermedad son evidentes desde el punto de vista clínico, el daño neurológico es demasiado avanzado para que sea atenuado mediante tratamiento antiinflamatorio”, explican los miembros del equipo, liderado por Yvonne Freund-Levi.

A pesar de los resultados del estudio, los investigadores han querido resaltar que estas evidencias no son suficientes para recomendar un tratamiento para el Alzheimer basado en este tipo de grasa.

Otro estudio reciente de la Universidad de Columbia en Nueva York (EEUU), publicado por la misma revista, vincula la dieta mediterránea con un menor riesgo de padecer Alzheimer.

La dieta mediterránea se caracteriza por incluir abundante fruta, verduras, legumbres, cereales, aceite de oliva, frutos secos y pescado (estos dos últimos son fuentes de omega 3), poca carne roja y consumo moderado de alcohol. Multitud de estudios avalan sus beneficios que incluyen menos riesgo de padecer ciertas formas de cáncer, obesidad, dislipidemia, hipertensión, metabolismo anormal de la glucosa (diabetes), trastornos coronarios y mortalidad en general.

El estudio se basó en una población de 1.790 participantes sanos y 194 con Alzheimer. Los científicos sometieron a los participantes a un exhaustivo examen médico y neurológico y a una serie de tests para evaluar la función del cerebro y sus capacidades cognitivas. Así mismo recogieron datos sobre el tipo de dieta que los participantes habían llevado los años previos al estudio y sus dolencias vasculares si es que las habían tenido.

Trabajos anteriores han confirmado que los daños vasculares propician la demencia en general. Por eso, lo más interesante de este estudio es que el retraso en el avance de la enfermedad no está asociado a la disminución del riesgo vascular propiciado por la dieta mediterránea. Los investigadores achacan la mejora de los pacientes a “algún otro mecanismo biológico, probablemente ralacionado con la oxidación o inflamatorio”.

No obstante, los autores son prudentes y no desestiman la posibilidad de que pueda haber cometido “algún error al medir las variables vasculares”.